No sabias esto acerca del mantenimiento de los frenos

  • Jul 2020

Atrás quedaron los tiempos en los que una de las características del buen conductor era accionar los frenos lo menos posible utilizando en su lugar el freno motor, es decir, retener reduciendo marchas y soltando el acelerador. Esto lo habremos notado los que aprendimos a conducir con nuestros padres y abuelos al lado recibiendo insistentes indicaciones por su parte de reducir marchas ante cualquier curva, cruce o bajada. Esto tiene su explicación lógica, y se trata de una técnica que debe aplicarse también hoy, aunque ya no tan intensamente.

Aquellos maravillosos frenos

Hasta los años 80 los automóviles solían equipar sistemas de frenos que, como los demás sistemas del automóvil, estaban dimensionados siguiendo criterios económicos más que de seguridad, por lo que la potencia de frenado era la justa. Además el líquido de frenos y demás materiales del sistema no tenían las prestaciones y durabilidad que tienen ahora y había que preservarlos para mantener un buen rendimiento en las situaciones exigentes. Por ejemplo, había además que evitar que se sobrecalentaran y perdieran  eficacia, cosa que podía ocurrir durante una prolongada bajada de los numerosos puertos de montaña que poblaban las carreteras nacionales españolas. Por desgracia eran mucho más habituales que ahora los fallos del sistema de frenos.

En la era del automóvil automático, también hay que mantener los frenos

Sin embargo, en los automóviles de hoy en día el sistema de frenos está sobredimensionado y es super seguro. Es poco habitual que un automóvil dé problemas notables de eficacia en la frenada salvo en vehículos de mucho más de diez años y a los que se les ha abandonado el mantenimiento riguroso que dictan los manuales de los fabricantes.

Posiblemente esa sea la causa de que se descuide el mantenimiento del sistema de frenos: su sobrada potencia y bajo índice de fallo, dado que tenemos tendencia a gastar dinero en el mantenimiento de cosas sólo si parece que pueden fallar. Esto desemboca en que muchos conductores se acostumbran a una ligera y paulatina disminución de eficacia de frenado de su automóvil a lo largo de años, que sólo notan realmente por contraste al conducir un automóvil nuevo, por ejemplo un automóvil de alquiler, y al pisar el freno con la fuerza habitual se sorprenden por una fuerza de frenado mucho mayor de lo esperado.

Deficiencias en el peor momento

Esta disminución paulatina de la eficacia de frenado no da señales alarmantes durante mucho tiempo, pero es precisamente en alguna situación de alta exigencia donde sale a la luz, y suele ser en una frenada de emergencia en la que nos damos cuenta de que el automóvil sencillamente, frena menos que cuando era nuevo. Puede ser el momento de cambiar pastillas, discos, y/o zapatas y tambores de freno.

Puede notarse también deficiencia en una larga frenada para parar el automóvil desde alta velocidad en la que notamos que en los últimos metros antes de parar parece que cuesta detener el automóvil a pesar de la fuerza aplicada sobre el freno: puede ser el momento de purgar el sistema y cambiar el líquido de frenos. La explicación es que la alta temperatura alcanzada en la zona de las pastillas de freno puede hacer hervir el líquido, envejecido y húmedo, surgiendo burbujas de gas que limitan la presión transmitida desde el pedal a la pastilla.

La seguridad nunca fue tan barata

Curiosamente el freno es un sistema bastante simple y barato de mantener en comparación con otras partes del automóvil, a pesar de tratarse de un sistema de tanta responsabilidad. Cambiar las pastillas, el líquido o dos latiguillos nuevos viene a costar unas diez veces menos que cambiar la correa de distribución del motor.
Muchos talleres al pedirles que revisen los frenos se limitan en echar un vistazo al espesor de las pastillas y las zapatas, en caso de llevar discos de tambor, y a cambiarlos si los ven gastado, y algún elemento si tiene fugas, como latiguillos o retenes, pero no se le presta atención al líquido. Ante la sospecha de que más de tres años que no se cambia el líquido, se debe sustituir. Se trata de una operación sencilla, aunque algo laboriosa, pero en cualquier caso, barata.

El manual de mantenimiento es la autoridad

La edad media del parque automovilístico en España es de 11,6 años según las estadísticas oficiales y por ello procede recordar que el sistema de frenos de nuestros vehículos, por su económico, sencillo e importante mantenimiento, debería tener un lugar preferente en las visitas al taller.
Como para todo, se debe seguir escrupulosamente el manual del fabricante del vehículo, el cual es la mayor autoridad en el mantenimiento de nuestro automóvil. Indicará la periodicidad del cambio y revisión de todos los elementos, por ejemplo el cambio de líquido cada 2 años o 60.000 km aproximadamente. No deberíamos dejarlo a criterio ni siquiera de un mecánico de confianza.

Llegar a notar una merma de potencia de frenado en nuestro automóvil suele ser el resultado de una prolongada dejadez en el mantenimiento, debido probablemente a unos elementos frenantes envejecidos o incluso totalmente gastados, y a un líquido de frenos que hace ya tiempo que tiene microburbujas y agua.

Por último, señalar que por muchos años que pueda tener un vehículo, si el mantenimiento es el correcto frenará siempre como el primer día.

© 99kph by h1100
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