Si bien la lluvia es una bendición de la naturaleza, a la hora de conducir se convierte en nuestra enemiga. Muchas veces, no somos conscientes hasta qué punto la lluvia influye sobre el comportamiento de nuestro automóvil. Veamos qué podemos hacer para conducir con lluvia de forma segura.
Tener el automóvil a punto y en condiciones es básico siempre, pero será especialmente útil cuando llueva. Comprueba que los faros, los intermitentes y los pilotos traseros funcionan correctamente. Y por supuesto, que las escobillas de los limpiaparabrisas no estén resecas y limpian correctamente. No escatimes en ellas, probablemente sea el elemento de seguridad más asequible de todo el automóvil.
Los neumáticos serán más caros que las escobillas del limpiaparabrisas, pero en caso de lluvia son vitales. Literalmente te pueden salvar la vida. Comprueba que estén a la presión correcta y que su desgaste no está cerca del límite legal. Si ves que pronto llegarán a los marcadores de desgaste, no esperes y cámbialos ya. Cuanto más profundo el dibujo, mejor adherencia tendrás si la carretera está mojada.
Con la lluvia, los neumáticos no tienen el mismo poder de adherencia que en seco. Cuando la carretera está mojada, la fricción entre el neumático y el asfalto se ve reducido. Los neumáticos están diseñados para ofrecer mucha fricción, es lo que hace que se adhieran al asfalto.
Por eso cuanto más profundo sea el dibujo, mayor adherencia tendremos. El neumático evacua el agua por esos dibujos para que la goma pueda generar fricción con el asfalto. Aún así, los neumáticos no pueden secar la carretera. Con lluvia, se estima que se pierde un tercio de la adherencia del neumático, por eso debemos también reducir nuestra velocidad un tercio.
Siempre insistiremos en que hay que respectar las distancias de seguridad. Y más con lluvia. Para ello, olvidaos de la distancia de X automóviles o X metros con el automóvil que hay delante.
El truco está en mirar el vehículo que nos precede y ver cuando pasa por un determinado punto, (un árbol, por ejemplo). Debemos tardar más de 3 segundos en pasar por ese mismo punto. Si llueve, es recomendable tardar 5 segundos.
El ABS, el control de tracción y el control de estabilidad que equipan la mayoría del parque móvil de nuestro país son auténticos salvavidas en condiciones climáticas adversas. Nos permiten frenar y cambiar de dirección sin que bloqueemos las ruedas o perdamos el control del automóvil.
Sin embargo, tampoco pueden hacer milagros y las leyes de la física son inquebrantables. Por mucho ABS y ESP que equipe el automóvil, si vamos con demasiada velocidad y, por ejemplo, entramos en aquaplaning, no nos servirán de nada.
El aquaplaning ocurre cuando el neumático gira a gran velocidad de tal modo que no puede evacuar toda el agua que entra debajo del neumático. En ese caso, al presión del agua aumenta y levanta el automóvil de medio milímetro o más. Lógicamente, el neumático pierde contacto con el asfalto y ya no controlamos nada, ni dirección ni frenos.
En caso de que ocurra, no frenes ni gires el volante. Hay que levantar el pie del acelerador para que el automóvil pierda velocidad y las ruedas vuelvan a estar en contacto con el asfalto. Si frenas, las ruedas volverán a estar en contacto con el asfalto paradas (al no haber fricción, las ruedas se han detenido). Del mismo modo, si giras el volante, al volver a tener adherencia, puede que las ruedas ya no miren a la carretera.